URGE RETIRAR LOS COCHES ABANDONADOS DE LA VÍA.

Candelaria, a 04 de diciembre de 2025.- Lo que debería ser una villa marinera acogedora, impecable y orgullosa de su patrimonio, se está transformando a pasos agigantados en un vertedero improvisado de chatarra móvil. Una plaga de vehículos abandonados se ha adueñado de calles, aparcamientos y rincones de Candelaria, con el permiso tácito y la pasividad alarmante del Ayuntamiento. La situación, denunciada repetidamente por vecinos, ha alcanzado cotas de absoluto despropósito, evidenciando una dejadez institucional que afecta a la estética, la seguridad y la salud pública del municipio.
No se trata de uno o dos coches olvidados. Es un problema sistémico y generalizado. Paseando por el municipio se pueden encontrar vehículos de todo tipo reducidos a esqueletos de hierro; desarmados en la vía pública como si se tratara de un taller clandestino al aire libre. Otros, simplemente, llevan años acumulando óxido, polvo y maleza, convertidos en macabros maceteros de chatarra. El caso más gráfico y bochornoso es el de un vehículo en cuyo interior ha echado raíces y ha crecido una palmera, en el Polígono Industrial, una imagen surrealista que no es arte urbano, sino el testimonio mudo de años de abandono y desidia administrativa.
La magnitud del desastre es tal que ni siquiera espacios nuevos o de especial respeto se han librado. Vecinos señalan con indignación la presencia de estos esqueletos metálicos incluso en el reciente aparcamiento del cementerio, un lugar donde la dignidad y el decoro deberían ser primordiales. Esta expansión demuestra la falta de control y de protocolos de actuación eficaces.
Los riesgos van más allá de lo visual. Estos vehículos son focos de contaminación: los aceites, baterías, líquidos de freno y otros componentes tóxicos se filtran lentamente al suelo, contaminando la tierra y los acuíferos. Además, se convierten en refugio para roedores e insectos, y representan un peligro potencial para la seguridad, especialmente para los niños, que podrían jugar en su interior o alrededor de estructuras inestables y con piezas cortantes.
La legislación canaria y estatal es clara: los vehículos abandonados en la vía pública son competencia municipal. Los ayuntamientos tienen la obligación y las herramientas para identificar, notificar y, tras un plazo, retirar de oficio estos vehículos, trasladándolos a un depósito municipal o a un centro autorizado de tratamiento.
Sin embargo, en Candelaria, esta maquinaria administrativa parece oxidada e inmóvil. La falta de una campaña específica de retirada, de un censo real y de actuaciones contundentes no es vista como una simple desorganización, sino como una clara negligencia en el cumplimiento de sus funciones más básicas: velar por la salubridad y el ornato público.
Mientras, la imagen de Candelaria se resiente. La primera impresión que reciben turistas y visitantes al adentrarse en algunos barrios es la de un municipio descuidado por sus gobernantes. El contraste entre la cuidada basílica y el entorno de algunos barrios no puede ser más hiriente. El Ayuntamiento debe, de una vez por todas, tomar la iniciativa, activar los protocolos y limpiar la villa de esta chatarra. De lo contrario, el mensaje que enviará es que en Candelaria se permite que el abandono y la dejadez echen raíces. Literalmente.




