Arafo

ARAFO CELEBRA SU DÍA GRANDE.

Arafo a 1 de septiembre de 2025.- El pasado sábado, el municipio de Arafo se vistió con sus mejores galas para escribir una nueva página de su historia. La Romería de San Agustín, en su quincuagésima edición, no fue solo una fiesta; fue un emotivo tributo a medio siglo de devoción, tradición y comunidad. Una efeméride redonda que se celebró por todo lo alto, con una masiva afluencia de público que llenó de alegría y alborozo las calles sin que se registrase ningún incidente, disfrutando de una jornada que quedará grabada en la memoria colectiva del pueblo chasnero.

Desde primeras horas de la tarde, el centro del municipio se convirtió en un hervidero de gente, un mar de rostros sonrientes y de trajes típicos que brillaban bajo un sol de justicia. El tiempo, clemente y espléndido, acompañó sin reservas, permitiendo que la celebración transcurriese en un ambiente de júbilo perfecto. El sonido de las parrandas se fundía con las risas y las conversaciones, creando la banda sonora de una fiesta que es seña de identidad de toda una comarca.

El espectáculo visual fue desbordante. Multitudes ataviadas con la elegancia y el colorido del traje típico canario –con sus delicados refajos, chaquetas oscuras, sombreros y madroños– ofrecían una estampa de una autenticidad conmovedora. La tradición cobraba vida con el lento y ceremonioso discurrir de las yuntas de bueyes, que tiraban de las carretas y carros engalanados con flores y productos de la tierra. Sobre ellos, romeros y romeras ofrecían generosamente las riquezas de la cosecha: vino del país, papas arrugadas, queso, gofio y carne fiesta que aromatizaban el aire con el inconfundible olor a isla y a festividad.

La emoción llegó a su culmen con el paso de la imagen de San Agustín, portada a hombros por los fieles en un momento de profundo recogimiento y fe popular que silenció por momentos la algarabía para dar paso a la devoción. Fue el instante más solemne y emotivo de un recorrido que fue constantemente vitoreado.

La organización, así como los cuerpos de seguridad y voluntarios, trabajaron para que la celebración, a pesar de su enorme dimensión, transcurriese con absoluta normalidad y sin ningún contratiempo que empañara el día. La perfecta coordinación aseguró que todo fluyese según lo previsto, permitiendo que los asistentes se concentraran únicamente en disfrutar.

Medio siglo después de aquella primera romería, Arafo ha demostrado que esta fiesta no solo se mantiene viva, sino que ha crecido en esplendor y significado. Es el legado de un pueblo que celebra su historia, su fe y su cultura con una vitalidad arrolladora. El 50 aniversario de la Romería de San Agustín no fue solo una conmemoración del pasado, sino una poderosa promesa de futuro para una tradición que sigue, más que nunca, uniendo corazones.

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