Candelaria, a 16 de noviembre de 2025.- El invierno en el valle parece hacer una pausa para regalar días de auténtico lujo. Este fin de semana, el tiempo se ha aliado con residentes y visitantes, que han acudido en masa a disfrutar de las playas del Valle de Güímar, protagonistas indiscutibles de unos días que han sabido a verano.
No ha hecho falta más que mirar al cielo –y al mar– para entender el porqué del éxodo hacia la costa. Un sol brillante ha sido el compañero perfecto, templando el ambiente con unas temperaturas excepcionalmente suaves para la época. Los cielos, parcialmente despejados, han ofrecido un espectáculo visual con nubes que decoraban el azul sin amenazar lluvia, creando una luz perfecta para el baño y el relax.
Pero si hay un elemento que ha coronado la experiencia, ha sido el mar en calma. El océano Atlántico ha mostrado su faceta más amable y serena, con unas aguas tranquilas que invitan al baño, al remojo de los más pequeños y a flotar plácidamente, olvidando por completo el estrés de la rutina. Ha sido el escenario perfecto para jornadas de snorkel, paseos por la orilla y largas horas tumbados al sol.
Sin embargo, el plan de playa no estaría completo sin el broche final. Y ese lo han puesto, con un éxito rotundo, los negocios de restauración en los lugares de playa del Valle de Güímar. Restaurantes y terrazas con vistas al mar han vivido una gran actividad, con una afluencia masiva de clientes que buscaban alargar la jornada.
El ambiente ha sido vibrante. Las terrazas han permanecido llenas desde el mediodía hasta el atardecer, con el sonido de las conversaciones y las risas mezclándose con el rumor de las olas. Ha sido un fin de semana de gran respiro para el sector, que ha visto cómo los comensales disfrutaban de una comida, unas tapas o una copa con la brisa marina de fondo.
Este binomio perfecto entre un clima inmejorable y una oferta gastronómica de calidad ha demostrado, una vez más, el enorme atractivo de la costa del Valle de Güímar. No es solo un lugar para bañarse; es un destino para vivir experiencias completas, donde el mar, el sol y el buen comer se dan la mano para crear fines de semana irrepetibles.
Un recordatorio de que, en el Valle, la calidad de vida se mide también en días de playa en noviembre y en terrazas llenas de vida.
