NUEVO ACCIDENTE EN FASNIA Y TF1 COLAPSADA, OTRA VEZ.

Fasnia, a 20 de octubre de 2025.- La Autopista del Sur de Tenerife, la TF-1, es mucho más que una vía de comunicación; es la espina dorsal de la movilidad para la mayoría de la población de la isla. Sin embargo, lo que debería ser un conducto fluido se ha convertido en un escenario recurrente de accidentes, retenciones kilométricas y una frustración que condiciona la vida de los tinerfeños. Este goteo continuo de incidentes no son hechos aislados, sino los síntomas de una enfermedad crónica que pone en riesgo la seguridad y perjudica la economía y el bienestar social.

Cada accidente, ya sea una colisión múltiple o un simple alcance, desencadena un efecto dominó inmediato. Lo que en un principio es un problema de seguridad vial para los implicados, se transforma en cuestión de minutos en un colapso que atrapa a miles de conductores. Estas retenciones no son meras molestias; son un riesgo latente. El estrés, la impaciencia y las maniobras bruscas en caravanas interminables crean el caldo de cultivo perfecto para nuevos incidentes, generando un círculo vicioso de inseguridad.
Más allá del peligro inminente, el colapso de la TF-1 entorpece de forma dramática la vida diaria. La isla, por su configuración geográfica y su modelo de desarrollo, ha generado una dependencia casi absoluta del tráfico rodado. Esta dependencia nos hace profundamente vulnerables. Un accidente en Arafo o en Güímar puede retrasar a un estudiante para un examen en La Laguna, a un médico para su turno en el Hospital del Sur, a un transportista que debe descargar mercancía en Los Cristianos y a una familia que solo intenta llegar a casa tras un largo día de trabajo.
Los retrasos son diarios, impredecibles y caros. Afectan a la productividad laboral, aumentan el consumo de combustible y el desgaste de los vehículos, y roban un bien preciado e irrecuperable: el tiempo personal y familiar. La pregunta que flota en el aire cada mañana no es «si habrá tráfico», sino «dónde y cuánto estará colapsado hoy».
La situación de la TF-1 es un recordatorio crudo de que la movilidad en Tenerife necesita una reflexión profunda y soluciones valientes. No basta con actuar cuando el accidente ya ha ocurrido. Es imperativo abordar las causas de fondo: la necesidad de mejorar el transporte público alternativo para que sea una opción real y eficiente, la urgencia de potenciar la concienciación vial y la obligación de planificar un modelo de isla menos dependiente de una única vía.
Mientras no se tomen medidas estructurales, los tinerfeños seguiremos a merced del próximo accidente, atrapados en una carretera que, en lugar de conectar, nos separa de nuestro día a día. La vulnerabilidad de la TF-1 es, en realidad, la nuestra.




