Candelaria

LACRÓNICA DE UN DISPARATE ANUNCIADO.

Candelaria, a 30 de noviembre de 2025.- Así podríamos definir la nueva reorganización del tráfico en la calle Santa Ana, frente al colegio de Candelaria, que este jueves vivió su primer incidente grave cuando una conductora atropelló a un menor que acabó sangrando por la nariz, en lo que podría haber sido una tragedia.

El susto llegó en la mañana del pasado jueves, cuando la aplicación de los nuevos cambios de movilidad implementados por el Ayuntamiento de Candelaria mostró sus primeras consecuencias peligrosas. Sobre las horas de entrada a clase, una conductora atropelló a baja velocidad a un menor en la intersección de la calle Santa Ana con la vía de acceso a los centros escolares de Primaria y Secundaria.

El niño cayó al suelo visiblemente afectado, protagonizando los propios lamentos y llantos por el impacto, que finalmente derivaron en sangrado nasal. Aunque el suceso quedó en un susto, el incidente vaticina que algo malo podría pasar en una zona donde la concentración de vehículos y peatones se ha vuelto caótica.

Desde su implementación, esta reordenación ha sido cuestionada por residentes y padres. La puesta en marcha de una zona de apeadero -cuya aplicación ya fue contestada desde el inicio- lejos de solucionar los problemas, los ha agravado:

  • Se dificulta enormemente el aparcamiento, llevando a los coches a hacer un uso indeterminado y confuso del apeadero.
  • Los aparcamientos disuasorios del cementerio y de Padres Dominicos resultan insuficientes y no permiten un acceso eficaz y cercano para padres con niños pequeños.
  • La señalética, todavía poco clara, genera dudas entre conductores y peatones.
  • La aplicación de mano dura por parte de la Policía Local poco contribuye a la normalidad que antes del cambio existía en esta calle. Cumpliendo con el mandato de la concejalía de movilidad.

Las consecuencias son visibles en horas punta: las colas llegan hasta la cancha de deporte sobre el cementerio y se extienden por la vía de acceso al polígono desde Candelaria, un panorama que no deja lugar a dudas sobre la ineficacia de las medidas.

Este primer incidente, afortunadamente sin consecuencias graves, debería servir como llamada de atención a las autoridades municipales. La seguridad de los niños y la movilidad en una zona tan sensible como el entorno escolar merecen una solución mejor estudiada, consensuada con la comunidad educativa y los vecinos, que priorice la seguridad peatonal sobre la simple reordenación del tráfico.

El Ayuntamiento de Candelaria tiene ante sí el reto de revisar unas medidas que, en su actual configuración, parecen condenadas al fracaso y, lo que es más grave, ponen en riesgo la seguridad de los más pequeños. Echamos de menos el anterior modelo de tráfico de este importante cruce en las comunicaciones del municipio.

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