EMPIEZA EL DESMONTE DE LA ANTIGUA ESTACIÓN DE PUNTA LARGA PARA HACER UN AUDITORIO.

Candelaria, a 25 de agosto de 2025.- El Ayuntamiento de Candelaria ha iniciado, con la contundencia de maquinaria pesada, las obras para derribar la antigua estación de guaguas de Punta Larga. El objetivo declarado es levantar sobre sus escombros un nuevo auditorio municipal. Lo que para el consistorio es un motivo de celebración y progreso, para una parte de la ciudadanía atenta no es más que el enésimo ejemplo de una gestión pública cortoplacista, derrochadora y carente de una visión de conjunto.
El edificio, que en los últimos años servía de aparcamiento para los vehículos municipales, era un símbolo de abandono. Mantenía aún, como cicatrices indelebles, las heridas del temporal Delta en su fachada. Durante años, nadie en la administración se acordó de repararlo, de darle un uso digno o de integrarlo en un plan coherente de infraestructuras. El paso del tiempo lo condenó a la infrautilización, hasta que de repente, la solución elegida ha sido la más radical y costosa: borrarlo del mapa.
Este caso es un manual de lo que no debe ser la gestión de lo público. En primer lugar, hablamos de un despilfarro de dinero público en toda regla. Resulta difícil de explicar a los contribuyentes que se inviertan grandes sumas en derribar un inmueble que, con una fracción de ese presupuesto, podría haber sido rehabilitado y reconvertido años atrás. La pregunta es obligada: ¿cuánto más costará esta demolición y nueva construcción que una rehabilitación integral y un mantenimiento continuado? La cuenta de los platos rotos por falta de previsión siempre la paga el erario público.
En segundo lugar, este proyecto pone de relieve una falta de planificación clamorosa. No existe un plan maestro que articule de forma lógica las infraestructuras del municipio. Las decisiones parecen tomarse de forma aislada, reactiva y, a menudo, motivadas por la necesidad de inaugurar algo nuevo antes de las siguientes elecciones. Se deja que un equipamiento se degrade hasta el punto de que su recuperación se considere «inviable», justificando así el empezar de cero. Es una estrategia tan común como ineficiente.
Por último, y no menos importante, subyace el eterno problema del solapamiento de competencias entre administraciones. La estación de guaguas, en su origen, era una infraestructura de transporte que involucraba a otras entidades más allá del ayuntamiento. Su abandono progresivo plantea dudas: ¿Nadie asumió la competencia de su mantenimiento? ¿Hubo descoordinación entre el cabildo y el ayuntamiento? El resultado final es que el ciudadano percibe un vacío de responsabilidad donde todas las administraciones se señalan entre sí, mientras el patrimonio común se cae a pedazos.
Hoy, la máquina excavadora parece ser la única herramienta de planificación urbanística. En lugar de cuidar, reparar y dar nuevos usos inteligentes a lo que ya tenemos, se opta por la página en blanco, por el proyecto faraónico que ocupa titulares. Candelaria merece una gestión que piense en el largo plazo, que optimice los recursos y que valore su patrimonio existente. Un auditorio es sin duda una infraestructura cultural necesaria, pero la forma en que se está haciendo nos dice mucho más sobre la salud de nuestra administración que el propio auditorio. Otra oportunidad perdida para hacer las cosas bien.




