DE LA DEPENDENCIA DE LAS AUTOPISTAS Y EL COPALPSO INSULAR.

Candelaria, 11 de mayo de 2025 — Un nuevo accidente en la TF5, ocurrido en la madrugada de este viernes: y otro a medio día en la TF1 en Candelaria, volvió a dejar a miles de conductores atrapados en un colapso kilométrico durante horas. La imagen se repite con alarmante frecuencia: un choque, un vehículo averiado o unas obras mal planificadas desencadenan el caos en las dos arterias principales de Tenerife, paralizando no solo el tráfico, sino también la actividad económica y el acceso a servicios esenciales. Ante esta realidad, surge la pregunta obligada: ¿Puede permitirse Tenerife seguir dependiendo de un modelo tan frágil?
Las autopistas del sur (TF-1) y del norte (TF-5) concentran el 80% del tráfico rodado de la isla, según datos del Cabildo. Sin embargo, su diseño —en muchos tramos, con solo dos carriles y escasas vías alternativas— las convierte en un cuello de botella. Cuando ocurre un incidente, los servicios de emergencia tardan en llegar debido a los propios atascos, y las desviaciones son insuficientes.
Cada minuto de bloqueo en la TF-1 o TF-5 supone pérdidas millonarias para empresas, trabajadores y servicios críticos como ambulancias o transporte de mercancías, poniendo además en peligro de quienes han de ser trasladados en vehículos de urgencias. No es solo un problema de tráfico; es un riesgo para la economía y la seguridad.
Ante la falta de soluciones estructurales a corto plazo, los especialistas en la materia consultados por este medio, reclaman acciones inmediatas:
- Refuerzo de los equipos de emergencia: Unidades de grúa y policía localizadas en puntos estratégicos para reducir los tiempos de retirada de vehículos.
- Corredores alternativos habilitados: Mejora de las carreteras secundarias (como la TF-235 o la TF-2) y señalización clara para desvíos masivos.
- Gestión inteligente del tráfico: Sensores y paneles informativos en tiempo real que redistribuyan el flujo antes de que se sature.
Pero estas medidas son solo parches. El verdadero cambio requiere inversión en transporte público y multimodalidad, en un modelo, el de hoy, donde el coche privado sigue siendo la única opción para la mayoría».
A largo plazo, el debate gira en torno a tres ejes:
- Acelerar el tren metropolitano: El proyecto, estancado por disputas políticas y presupuestarias, sería clave para descongestionar las autopistas.
- Potenciar el transporte interurbano: Lanzaderas rápidas entre municipios con carriles exclusivos y frecuencias elevadas.
- Fomentar el teletrabajo: Reducir la necesidad de desplazamientos en horas punta.
Mientras, los ciudadanos exigen respuestas. «Tenerife no puede pararse cada vez que hay un accidente«, reclama Ana Belén Mendoza, usuaria diaria de la TF-5. «Necesitamos que los políticos dejen de mirar a corto plazo y actúen».
Conclusión: Una isla al borde del colapso
La dependencia excesiva de dos vías obsoletas no es viable en una isla con más de 900.000 habitantes y una economía turística que exige conectividad. Los recientes atascos —cada vez más frecuentes y graves— son la prueba de que el modelo actual ha llegado a su límite. Urgen decisiones valientes, porque, como advierten los expertos: «La próxima vez que se pare Tenerife, podría no ser solo un accidente, sino un aviso de algo peor».